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H. P. Lovecraft. – El gigante de Providence – Parte 1

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Con la frase “Yo soy Providence”, se destaca una lápida del cementerio Swan Point en Rhode Island, Estados Unidos. Este sepulcro es el último lugar de descanso de uno de los escritores que, pese a las críticas de su obra y vida, marcó una huella indeleble en el horror, la fantasía y la ciencia ficción, generando a su paso el denominado Horror Cósmico.

En lo personal se le describe como un noctámbulo, un erudito que disfrutaba más que nada el ser y el escribir (el arte epistolar era su favorito, escribiendo gran cantidad de cartas), no consiguió trabajo alguno durante su vida, se mantuvo económicamente gracias al apoyo de familiares y a que recibía algo de dinero tanto de los relatos que mandaba a revistas como Weird Tales, así como corrigiendo y mejorando escritos de otros autores (siendo considerado por esto como un escritor fantasma o escritor de escritores).

El legado de su obra y de sus mitos abarca la literatura, el cine, la música, los comics (incluido el manga), los juegos de rol, de mesa y hasta los videojuegos. En su obra encontramos relatos grandilocuentes, monstruos fuera de lo común y personajes que no pueden escapar al destino y que revelan, a través de la ciencia y el conocimiento, peligros que tal vez sería mucho mejor no haber descubierto nunca.

Sus escritos poseen ciertos rasgos característicos que han sido motivo, tanto de agrado como de disgusto, por parte de críticos especializados, así como de lectores, a saber:

1.- Personajes en primera persona: cuyo punto de vista es siempre el del protagonista, lo que lo hace un punto de vista subjetivo y sin cabida a reinterpretaciones (como en Dagon de 1917 o El sabueso de 1922).

2.- Personajes que indagan en el pasado: los acontecimientos preceden al protagonista de tal forma que éste parece participar durante el clímax y/o el desenlace fatídico e ineludible (como en Las ratas en las paredes de 1923 o En las montañas de la locura de 1936).

3.- Los héroes: para Houellebecq (2006) los héroes y su muerte en la obra de Lovecraft no tienen el menor sentido; de forma implacable destruye a sus personajes sin sugerir nada más que el desmembramiento de una marioneta (tal es el caso del protagonista en el relato El caso de Charles Dexter Ward de 1927).

Sólo poco a poco se llega a reconocer la inutilidad de cualquier psicología diferenciada, sus personajes apenas la necesitan, porque su única función real es percibir. Cualquier rasgo psicológico demasiado acusado podría sesgar su testimonio, arrebatarle un tanto de su transparencia; saldríamos del terreno del horror material para entrar en el ámbito del terror psíquico (Houellebecq, 2006).

4.- Descubrimientos de cosas o situaciones que rompen con las leyes de la naturaleza y que conllevan a la muerte o la locura de los protagonistas: en la obra de Lovecraft, la búsqueda de conocimiento, los descubrimientos científicos y sus posibilidades suelen ser fatídicos; ponen de manifiesto las limitaciones del ser humano en un vasto e insondable cosmos (La llamada de Cthulhu de 1926, Los otros dioses de 1921 y Herbert West, el reanimador de 1921, son algunos ejemplos).

En sus relatos el ser humano deja de ser el centro del universo y da paso a fuerzas o entidades capaces de destruir la raza humana, que para nada se encuentran interesadas en el acontecer humano o su futuro.

5.- Su adjetivitis: en su obra podemos encontrar el uso constante de adjetivos (giboso-a, inmemorial, numinoso, son tan solo algunos ejemplos). Debido a esto, el escritor y autor de historietas Neil Gaiman, afirma sobre el estilo de Lovecraft en el documental Lovecraft: Fear of the Unknown del año 2008 lo siguiente:

“Es como si tuvieras que aprender a leerlo, no es un estilo moderno, no es un estilo despojado, no es un estilo muy eficiente y hay muchas cosas en él que pueden dar risa”.

 

“Elije unas palabras y las utiliza una y otra vez”.

 

 

Sin embargo, no todos critican negativamente estos rasgos característicos del estilo literario de Lovecraft, por ejemplo, el director y productor mexicano Guillermo del Toro menciona en el mismo documental citado con anterioridad lo siguiente:

 

“Lovecraft es un escritor barroco que modula cuidadosamente estas frases, oraciones y estilo increíblemente recargados”.

“Tiene un estilo retentivo-anal, escribía y corregía y corregía, hasta lograr que lo escrito fuera de su gusto y tuviera un balance perfecto”.

 

Independientemente de estos ataques a su estilo literario, aún sus mas acérrimos críticos, no escapan por lo menos al gusto o fascinación por alguno de sus relatos. Neil Gaiman afirma que leía una y otra vez el relato El extraño (1921), maravillado por el efecto que Lovecraft había logrado; así mismo, Julio Cortázar también admite, pese a la mala reseña de la obra de El gigante de Providence en su escrito Notas sobre lo gótico en el Rio de la Plata, que el Color del espacio exterior o El color que cayó del espacio (1927) es un buen relato de Lovecraft.

Si bien su estilo es tema de discusión, sus creaciones también han dejado un legado que es difícil de ignorar, aparte del Horror Cósmico, en su obra podemos encontrar las siguientes creaciones como las más destacadas:

1.- El Necronomicón y su creador el árabe loco Abdul Al-Azhred: sin sonar de forma pretensiosa quizá El Necronomicón es el grimorio más conocido y buscado entre los aficionados al ocultismo; persiste el deseo de algunos lectores de que en algún lugar se encuentre una copia de tan terrible volumen, tanto así que se dice que mientras Jorge Luis Borges fue director de la Biblioteca Nacional de la República Argentina, incorporó una ficha bibliográfica del Necronomicón, como si éste se encontrara realmente en las estanterías de dicha biblioteca, manteniendo viva la esperanza de los lectores de encontrarse con una copia de tan hórrido libro.

Por si fuera poco, en 1960 también salió a la luz en el archivo de la Biblioteca General de la Universidad de California, una ficha, correcta desde el punto de vista formal del Necronomicón:

BL 430

A 47

B

Alhazred, Abdul _____aprox. 738 D.C.

Necronomicón (Al Azif) de Abdul Alhazred.

Traducido del griego por Olaus Wormius (Olao Worm)

XIII, 760 págs., grabados madera, enc. tablas, tm. fol. (62 cm.)

(Toledo), 1647

 

Loucks (2004) menciona que, si Lovecraft planteó alguna pregunta sobre la existencia del Necronomicón y las entidades asociadas a este libro, solo hay que acudir a la correspondencia que mantuvo con diferentes personas para obtener las respuestas:

A Robert Bloch (9 de mayo de 1933):

 “Por cierto, no hay un Necronomicón del loco árabe Abdul Al-Hazred. Ese volumen infernal y prohibido es una concepción imaginativa mía, que otros del grupo WT (Weird Tales) también han utilizado como fondo de alusión”.

Correspondencia enviada a la señorita Margaret Sylvester (13 de enero de 1934):

 “Respecto al Necronomicón: ¡debo confesar que este volumen monstruoso y aborrecido es simplemente un producto de mi propia imaginación! Inventar libros horribles es todo un pasatiempo entre los devotos de lo extraño”.

Por último, el mismo Lovecraft aclara en una carta escrita en el año de 1934:

“En relación a los libros terribles y prohibidos, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Al-Hazred ni el propio Necronomicón, porque inventé esos nombres yo mismo”.

“En cuanto a libros escritos en serio sobre temas oscuros, ocultos y sobrenaturales, en realidad no son muchos. Esto se debe a que es más divertido inventar trabajos míticos como el Necronomicón y el Libro de Eibon”.

 

REFERENCIAS

Houellebecq, M. (2006), H. P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida. Madrid: Siruela.
Loucks, D. (2004). Citas sobre el Necronomicón de las cartas de Lovecraft. Disponible en: http://www.hplovecraft.com/creation/necron/letters.aspx
Woodward, f. (dir.) (2008). Lovecraft: fear of the unknown [documental]. Cinevolve studios.

Jesús Emmanuel Martínez Velasco.

jemartinez@clea.edu.mx