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El gran escape (o del sartén al fuego)

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“Nuestros problemas son hechos por el hombre; por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre. Ningún problema del destino humano está más allá de los seres humanos”.

 John F. Kennedy

 

Angus Deaton el ganador del premio nobel de Economía en el 2015, afirma que la humanidad ha logrado “un gran escape”, porque a costa de un gran sufrimiento humano ha superado muchas dificultades en el transcurso de su historia, es decir, desde lo que plantea en su libro “El gran escape”, la humanidad ha dejado a muchos seres humanos atrás para lograr subsistir y tener mejores condiciones de vida.

Pero pese al desarrollo científico, tecnológico e intelectual, existen hoy en día grandes desigualdades y carencias; de entre las variadas situaciones que se presentan como problemas graves para la humanidad, destacan la eficiencia de los Estados/gobiernos y el crecimiento de la pobreza que impacta sobre muchos aspectos de la existencia humana, y de los cuáles es pertinente interrogarse si en verdad los seres humanos hemos “escapado” de las vicisitudes que plantea la existencia. 

Este planteamiento de Deaton parece de alguna manera justificar el sacrificio de muchos seres humanos en pro de las futuras generaciones; parece justificar la existencia de la pobreza, que tan solo en unos pocos se concentren gran parte de los recursos y el poder, sin considerar que aunque se tienen los medios para erradicar los problemas, parece que quienes se empeñan en subsistir de manera destructiva y descontrolada son los propios seres humanos, sus sociedades y sus sistemas de producción y, sobre todo, quienes ostentan el poder.

Uno de las dificultades centrales que impide erradicar otros problemas y que está presente en todo el mundo, tiene que ver con la corrupción y el tráfico de influencias; de acuerdo con Amparo (2015), los niveles de percepción de la corrupción en México son alarmantes y los pocos o muchos intentos para reducirlos han sido un fracaso. En el año 2014 México obtuvo una calificación de 35 puntos de 100 posibles y el lugar número 103 de 175 países según Transparencia Internacional, dichos datos coinciden con los del Banco Mundial, organismo que reprueba a México con una calificación de 39 (sobre 100) en sus indicadores de control de la corrupción y lo coloca en el lugar 127, o sea, uno de los países más corruptos del mundo.

Actualmente y de acuerdo con Transparencia mexicana (2020), entre el 2019 y el 2020 México fue el país peor evaluado entre los integrantes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), al ubicarse en la posición 37 de 37 países que la integran, respecto a percepción de la corrupción.

La corrupción y el tráfico de influencias son fenómenos que impiden el acceso y el desarrollo de mejores condiciones para cualquier sociedad en el mundo, ya que producen desconfianza, deficiencias en los sistemas y hasta odio y rencor en quienes los experimentan.

Ahora bien, si evaluamos respecto al problema de la pobreza en el mundo, las estadísticas no son muy alentadoras: en México más de dos quintas partes de la población vive en condiciones de pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL, citado en FAO, 2019) reporta que 53.4 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza en 2016.

Al respecto de estas cifras, existen una serie de puntos que la Confederación Internacional, formada por 17 organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países (OXFAM), proponen para combatir la pobreza en el mundo; a saber:

– Creación de un auténtico Estado social.

– Política fiscal más progresiva.

– Gasto mejor focalizado.

– Política salarial y laboral.

– Mecanismos de transparencia y de rendición de cuentas.

Medidas que hasta ahora han representado “un gran escape” para los Estados en su accionar, sus representantes y asociados (empresas y organizaciones). Parte del truco escapista se encuentra en que, de manera semántica y estadística, se seleccionan y se reinterpretan conceptos y números.

Gasparini (2013), indica que existe un amplio consenso en que el desempeño de una economía y los Estados debe ser evaluado no solo en función de los típicos indicadores económicos. Por eso, respecto a la pobreza y la desigualdad, algunos conceptos polisémicos han sido utilizados para abarcar tanto aspectos materiales como inmateriales de la existencia humana (tal es el caso del constructo calidad de vida, felicidad o bienestar) y que en caso de considerarse abrirían las puertas a nuevas formas de actuar y resolver problemas alrededor del mundo.

Por ejemplo, Gough (2007), menciona que Martha Nussbaum y Amartya Sen, quienes han elaborado un enfoque alternativo desde la filosofía a temas como calidad de vida, políticas públicas, ética, etc. ponen el énfasis de las capacidades que se refieren al conjunto de funcionamientos que son factibles para una persona, pudiendo elegir. En otras palabras, junto a las necesidades se encuentran las capacidades para ser o llegar a ser lo que uno quiera ser, y esa debe ser la tarea de los Estados alrededor del mundo: atacar no solo variables de corte económico que no representan de manera efectiva vías para a disminuir la desigualdad y el sufrimiento humanos, sino solo justificar recursos o en algunos casos hasta una razón de ser o de existir (algunos autores de la Escuela Crítica consideran que los programas o apoyos del Estado solo sirven para justificar su propia existencia y la concentración del poder político y económico).

.Muchas son las paradojas que plantea el sistema de producción imperante, en la actualidad, por ejemplo, la OXFAM (2015) reveló en el 2014 que 85 personas alrededor del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial.

Por si fuera poco, encontramos además otras paradojas como que gran parte de la juventud se encuentra desempleada o sin posibilidad a una educación superior, adultos mayores sin pensiones o jubilaciones que trabajan hasta el último de sus días, escuelas que presumen de cumplir con los requisitos en materia de reformas pero que no cuentan con instalaciones, equipo o docentes de acuerdo con las necesidades del alumnado.

¿Es que realmente el sacrificio humano ha valido la pena?, considerando aspectos tanto materiales como inmateriales, ¿hemos mejorado nuestras condiciones de vida?,¿quiénes se han visto realmente beneficiados?, ¿qué nos depara el futuro en la dirección en la que vamos?; es posible que “el gran escape” nos lleve de la sartén al fuego.

 

REFERENCIAS

Amparo, M. (2015). México. Anatomía de la corrupción. México: IMCO

Disponible en: https://imco.org.mx/wp-content/uploads/2015/05/2015_Libro_completo_Anatomia_corrupcion.pdf

FAO (2019). El sistema alimentario en México: Oportunidades para el campo mexicano en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Recuperado de http://www.fao.org/3/CA2910ES/ca2910es.pdf

Gasparini, L. (2013). Pobreza y desigualdad en América Latina: conceptos, herramientas y aplicaciones. Argentina, Buenos Aires: CEDLAS.

Gough, I. (2007). Enfoque de las capacidades de M. Nussbaum: un análisis comparado con nuestra teoría de las necesidades humanas. Revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, nº 100, 177-202. https://www.fuhem.es/papeles_articulo/el-enfoque-de-las-capacidades-de-m-nussbaum-un-analisis-comparado-con-nuestra-teoria-de-las-necesidades-humanas/

OXFAM, (2015). Desigualdad extrema en México. Consultado el 15 de abril del 2017. Disponible en: https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/oxfam-denuncia-en-mexico-las-perniciosas-consecuencias-de-la-desigualdad-extrema-sobre

Transparencia mexicana (2020). Mejora percepción de corrupción en México 2020; riesgo de impunidad, latente: Transparencia Mexicana. Consultado el 16 de abril del 2021. Disponible en: https://www.tm.org.mx/ipc2020/

Jesús Emmanuel Martínez Velasco

jemartinez@clea.edu.mx